La zona conocida como Perigord en Francia está llena de sorpresas, vas por la carretera y de pronto te encuentras con un pueblo colgado de un acantilado o con una versión francesa de la Casa Blanca, nunca sabes cuál va a ser la siguiente curiosidad de esta antigua provincia gala.
En esta ocasión les propongo descubrir conmigo un lugar que se define a sí mismo como el castillo más secreto, el más extraordinario y también el más extraño del Perigord, además de ser el único Castillo Acantilado Troglodita de Francia, me refiero a la Maison Forte de Reignac.
Cuando uno piensa en los "Chateaux" franceses, se le viene a la cabeza los famosos Castillos del Loira (como este), esos hermosos y finos palacios señoriales diseñados para el recreo de sus propietarios, más que para la defensa de un territorio.
No ocurre lo mismo con Reignac ya que esta mansión troglodita se levanto durante la Edad Media al abrigo de un acantilado con una clara finalidad protectora, y de hecho el acantilado lleva protegiendo a los humanos los últimos 20.000 años, como demuestran las excavaciones arqueológicas que se han llevado acabo aquí.
Así que sin más demora ponemos rumbo a esta mansión fortificada desde el parking. Existen varios caminos para llegar a Reignac, pero si toman el camino de la derecha (si nos situamos mirando Reignac desde el parking) se encontraran con una pequeña sorpresa...La Puerta de los Milagros....
Según cuenta la leyenda, hace muchos siglos una tribu prehistórica vivía en estas cuevas cuando de repente la montaña cedió y sepultó a todos los miembros de la tribu salvo a una madre y a su hijo que se encontraba justo en el hueco que dejó la roca.
Aquel hecho insólito se transmitió oralmente de generación en generación y hoy en día los lugareños tiene por costumbre cruzar esta puerta natural porque dicen que les trae suerte para todo el año. Sea verdad o no, lo cierto es que no es una mala forma de empezar nuestra visita, ¿verdad?
A pocos metros de la Puerta de los Milagros nos encontramos ya con la impresionante fachada de Reignac perfectamente adaptada a los recovecos del acantilado...
Resulta curioso saber que este Castillo, del siglo XIV, al principio no tenía ventanas. Lo cual es lógico ya que lo que querían era buscar la protección que le brindaba el abrigo natural, así que las ventanas se añadieron a la pared en el siglo XVI.
Pues bien, una vez dentro del Castillo, en la planta baja nos encontramos con varias dependencias, como por ejemplo la Cocina, en donde podemos ver mobiliario de la época y alguna que otra curiosidad como esta cocina de piedra.
Estas cocinas fueron las típicas que había en los castillos y mansiones de la Edad Media hasta la aparición de las cocinas de hierro fundido en el siglo XIX, su funcionamiento es a base de carbón vegetal. Esta en concreto está construida en dos tipos de piedra, piedra calcárea de la zona para el cuerpo, y para la parte superior, roca gres que es muy resistente a las altas temperaturas.
Junto a la cocina, en otra sala de la planta baja también nos encontramos una exposición sobre la historia del Perigord en la llamada Sala de Maquetas.
De esta sala más que la exposición en sí, lo que más me llamó la atención fue la propia habitación ya que aquí vimos por primera vez cómo se había construido este lugar socavando la roca consiguiendo como resultado una estancia fresca y acogedora....bueno lo de acogedora es si uno no piensa que tiene miles de tonelada de roca como techo claro.
Pero lo cierto es que esta habitación era perfecta para su uso original de Bodega. Aquí se atesoraba a buen recaudo las tinajas de aceite, los quesos y jamones, las carnes conservadas en sal y una larga lista de provisiones para pasar el invierno.
Esta sala bordea completamente el Gran Salón de Honor del Castillo .
Según cuenta la leyenda, hace muchos siglos una tribu prehistórica vivía en estas cuevas cuando de repente la montaña cedió y sepultó a todos los miembros de la tribu salvo a una madre y a su hijo que se encontraba justo en el hueco que dejó la roca.
Aquel hecho insólito se transmitió oralmente de generación en generación y hoy en día los lugareños tiene por costumbre cruzar esta puerta natural porque dicen que les trae suerte para todo el año. Sea verdad o no, lo cierto es que no es una mala forma de empezar nuestra visita, ¿verdad?
A pocos metros de la Puerta de los Milagros nos encontramos ya con la impresionante fachada de Reignac perfectamente adaptada a los recovecos del acantilado...
Resulta curioso saber que este Castillo, del siglo XIV, al principio no tenía ventanas. Lo cual es lógico ya que lo que querían era buscar la protección que le brindaba el abrigo natural, así que las ventanas se añadieron a la pared en el siglo XVI.
Pues bien, una vez dentro del Castillo, en la planta baja nos encontramos con varias dependencias, como por ejemplo la Cocina, en donde podemos ver mobiliario de la época y alguna que otra curiosidad como esta cocina de piedra.
Estas cocinas fueron las típicas que había en los castillos y mansiones de la Edad Media hasta la aparición de las cocinas de hierro fundido en el siglo XIX, su funcionamiento es a base de carbón vegetal. Esta en concreto está construida en dos tipos de piedra, piedra calcárea de la zona para el cuerpo, y para la parte superior, roca gres que es muy resistente a las altas temperaturas.
Junto a la cocina, en otra sala de la planta baja también nos encontramos una exposición sobre la historia del Perigord en la llamada Sala de Maquetas.
De esta sala más que la exposición en sí, lo que más me llamó la atención fue la propia habitación ya que aquí vimos por primera vez cómo se había construido este lugar socavando la roca consiguiendo como resultado una estancia fresca y acogedora....bueno lo de acogedora es si uno no piensa que tiene miles de tonelada de roca como techo claro.
Pero lo cierto es que esta habitación era perfecta para su uso original de Bodega. Aquí se atesoraba a buen recaudo las tinajas de aceite, los quesos y jamones, las carnes conservadas en sal y una larga lista de provisiones para pasar el invierno.
Esta sala bordea completamente el Gran Salón de Honor del Castillo .
Aquí el señor feudal celebraba sus banquetes y fiestas. Durante los buenos tiempos, los habitantes del castillo en general estaba bien alimentados, aunque por supuesto el señor y su familia mucho mejor que los criados. Ternera, oveja, cerdo, animales de caza y pesca, fruta variada como uva y manzanas, frutos silvestres como moras, ave de corral, verduras como lentejas, habas y judías formaban todos ellos una dieta variada de la que daban buena cuenta en este salón.
En esta sala, además de mobiliario de época excelentemente conservado, vemos también un impresionante asador del siglo XVII, que permitía asar en las grandes ocasiones suculentos trozos de carne (de caza o corral)...
Lo curioso de este asador es que el contrapeso de piedra permitía dar vueltas a la carne de forma "automática" durante más de media hora sin tener que estar pendiente. Todo un ingenio de aquellos tiempo.
Después de admirar esta maravilla, nos disponemos a subir por la impresionante Gran Escalera de Piedra del castillo.
Esta escalera ha sido modificada y actualmente cuenta con dos curvas menos que cuando la construyeron, pero lo impresionante de esta escalera es que la caja está excavada en la roca.
Ya en la primera planta nos encontramos una habitación Dormitorio secundaria en donde pasaban la noche los hijos, los bastardos, el lacayo, el halconero y toda clases de sirvientes. Se estima que este dormitorio era compartido por al menos 12 personas.
Llama la atención la pared inclinada del acantilado y el hecho de que no cuenta con calefacción, pero el tiro del asador del Gran Salón de Honor pasa por aquí, por lo que al menos recalienta la estancia.
La habitación principal del Castillo sería la Sala de los Grandes Hombres, una habitación donde se celebraban los acontecimientos importantes y las fiestas, pero que a su vez era usado diariamente por los señores.
En ella podemos ver mobiliario de época en donde destaca un arca del siglo XVI o un aparador del siglo XVII y por supuesto una rara chimenea para calentar la noble estancia cuyo tiro está abierto al acantilado...
Junto a esta habitación, en la misma planta podemos encontrar una pequeña Capilla que fue completamente escavada en la roca. Un espacio que no estaba sólo destinado a la celebración de la misa, sino también servía para garantizar la protección divina de la Maison, cosa que por otro lado tuvo que funcionar dado que nunca fue tomado por la fuerza. No es posible acceder al interior de la capilla al estar cerrada con una verja.
Antes de llegar a la Capilla, pasarán por la Sala de Armas y por una pequeña habitación de 4 metros cuadrado que no tienen nada de especial, salvo por la historia que encierra.....la Habitación del Macho Cabrío. Resulta curioso, pero si la Capilla es la habitación del "cielo", esta sería la del "infierno"...
...y es que según las crónicas de la época, aquí moró el conocido "macho cabrío de Reignac", un señor feudal tan malvado que no dudaba en ejercer el derecho de pernada sobre las jóvenes sirvientes en esta habitación de reducidas dimensiones para evitar así que escaparan de sus abusos.
No se sabe a ciencia cierta si este personaje, sobre el que han escrito varios cronistas como por ejemplo Eugene Le Roy en su obra Jacquou Le Croquant, llegó realmente a existir o no, pero conociendo el poder que tenían los señores feudales sobre sus siervos, la mayoría analfabetos, no me asombraría lo más mínimo.
Era tanto su poder que muchos castillos, este incluido, solían contar con una Mazmorra para aquellos que no ajustaban su comportamiento a sus deseos.
La mazmorra de Reignac tenía unas dimensiones de 4 metros cuadrados y en ella el prisionero se encontraba en la más completa oscuridad y aislamiento al estar excavada en la roca y sin ventanas. Esta sensación de aislamiento y oscuridad se acrecentaba por el sencillo, pero ingenioso sistema para pasar la comida de esta mazmorra ..
Consiste básicamente en un agujero excavado la roca en forma de zig-zag de tal manera que se podía meter la mano con un cuenco con agua y una pieza pequeña de pan por el mismo, mientras que por el otro lado, el prisionero podía cogerlo pero sin poder ver absolutamente nada del exterior. Vamos, un apartamento de lujo.
Y es que la seguridad de casa se tomaba muy en serio en Reignac. Desde este castillo el señor, quien convivía junto con su familia y sirvientes, dominaba sus territorios y, en caso de un eventual ataque, todos los miembros del castillo tenía instrucciones exactas sobre cuál sería su posición, qué armas debían utilizar y cómo defender el fuerte. Y más les valía hacerlo bien ya que el señor del castillo tenía poder para juzgar a sus vasallos en los casos de delitos menores y ya han visto la mazmorra reservada para tales fines.
Lo cierto es que había motivos de sobras para tanta precaución, en los 1.500 años historia del Perigord ha habido guerras, revueltas, asesinatos, pillajes, robos, peste, hambruna, masacre de poblaciones enteras, violaciones, secuestros, etc...y un lugar como Reignac era una "golosina" muy tentadora no sólo por sus riquezas en forma de monedas de plata y oro, sino también por los valiosos títulos de propiedad y actas notariales que eran los bienes más preciados y que se guardaban en arcas de caudales como esta que pueden ver en la Sala de Armas.
Obviamente la caja no estaba a la vista de todo el mundo como hoy en día, sino que estaría escondida en algún rincón secreto de Reignac, por lo que sabemos se cree que estaba oculta cerca de la Capilla.
Y es que, en la capilla (a la que no se puede acceder al estar cerrada con una verja) hay acceso a una habitación que haría las veces de sacristía y en cuyo fondo hay otra habitación oculta detrás de un pequeño mueble que resulta un último refugio en caso de necesidad.
Todavía nos quedan muchas cosas por ver en Reignac, pero esto lo reservo ya para la próxima entrada que espero disfruten.
Actulalizado: Ya está publicada aquí.
Por lo pronto os dejo con la localización el este extraño y fascinante castillo...
Au revoir¡¡¡
ResponderEliminarLa majestuosidad de la decoración en los castillos antiguos es un testimonio de la opulencia y el arte de épocas pasadas. Desde intrincados tapices hasta imponentes arcos, cada detalle evoca la grandeza de la historia.