Normalmente siendo este un blog de viajes personal, suelo hablarles con mayor o menor acierto de los viajes que he realizado a lo largo de mi vida, sin embargo esta entrada es diferente, ojo que también les voy a hablar de un viaje, pero a diferencia de lo que suelo escribir normalmente, este viaje no es horizontal sino que es vertical y por tanto no se puede medir en kilómetros sino en años.
Así que viajemos en un Delorean através del tiempo hasta el 18 de enero de 1917, en esa lejana fecha nació en Acedera, un pequeño pueblo de la provincia Badajoz, una niña llamada María Matílde Granjo Calzado, la que sería la menor de cinco hermanos, todos hijos de un buen albañil llamado Juan Granjo y de una ama de casa llamada Matílde Calzado.
Por supuesto María no nació en un Hospital como sucede hoy en día, ella nació como era lo normal en su propia casa, en concreto en la cama de sus padres y asistida tan sólo por una comadrona cuya experiencia médica se basaba en la tradición, sin embargo el parto fue todo un éxito (algo que en aquella época no siempre se podía afirmar) y la pequeña creció en una familia humilde pero que tenían lo suficiente para vivir tranquilamente.
María y sus hermanos dormían en colchones de lana, nada de muelles ni mucho menos latex o viscoelásticas que no estaban inventadas en esas fechas, pero no piensen que eran colchones incómodos, eran bastante cómodos, el problema es que requería de un mantenimiento... vueltas diaria del colchón, ahuecar la lana a palazo limpio, lavarla, etc...y por eso dejaron de usarse en los años 70...aquí pueden ver cómo era el proceso....
Después de levantarse toca acicalarse, algo que no era tan fácil como lo es hoy en día. Veréis, a mediados de los años 20 las casas no tenía ni electricidad ni agua corriente, para remediarlo utilizaban la lumbre para cocinar y calentarse, el candil y las lámpara de carburo para alumbrarse, y tenían un burro con el que bajaban al río para subir agua a la casa con cierta frecuencia. Así que para lavarse y bañarse debían de encender fuego, calentar agua, echarlo en palanganas y lavarse como buenamente podían, por lo que eso de la ducha diaria creo que es un invento más moderno.... ahh y para secarse el pelo estaba el sol.
Una vez limpitos solían desayunar algo de leche con café, por supuesto nada de cola cao que no se comercializaría hasta 1946, y para acompañar algo de pan y aceite de oliva. El pan lo fabricaban en la propia casa en un gran horno (Bimbo aparece en España en 1965) y les duraba una semana, y respecto al aceite, mi familia tenía un pequeños terreno con olivos y llevaban la aceitunas a una prensa local donde obtenían el aceite.
Luego tocaba ir al colegio, donde la maestra les enseñaba con mano de hierro a leer y escribir con pluma y tinta ya que el bolígrafo no llegaría hasta la década de los 40. María guarda un buen recuerdo de su primera maestra Doña Teresa y también de sus amigas con las que jugaba a saltar a la cuerda, al escondite o a las muñecas de trapo y las casitas ...pero eso sí hechas con piedras y con mucha imaginación, nada que ver con esto...
En realidad la infancia de mi abuela no fue tan mala sino fuera porque perdió a su madre cuando contaba con apenas tres años y tuvo que criarla sus hermana mayor y su padre.
Hablando de mi bisabuelo, les contaré una historia, un día estaba sentado en la puerta de la casa y observó como la fachada del Ayuntamiento, que era el único edificio de dos plantas del pueblo, hacía un movimiento extraño. Juan rápidamente entró en el edificio y avisó al Alcalde y a los que allí estaban para que salieran antes de que sucediera algo malo. Ellos se lo tomaron poco menos que a risa e ignoraron la advertencia de Juan, y sucedió que al poco tiempo, en una noche de tormenta, el Ayuntamiento se vino a abajo y aplastó una casa vecina matando a todos sus habitantes salvo a una anciana, que por cierto se instaló en el doblado de la casa de Juan y conviviendo un tiempo como mi familia.
Aquello debería haber supuesto el arresto inmediato del Alcalde y su puesta en prisión, pero eso no sucedió nunca ya que ocurrió una de las mayores desgracias de nuestra historia...estalló la Guerra Civil. Lo que sí sucedió, ironías del destino, fue que antes de que comenzara la Guerra mi bisabuelo Juan estaba en Mérida, cuando al hacer un transbordo murió atropellado por un tren, desde entonces mi abuela siempre ha tenido mucho miedo a los trenes y sobre todo siempre avisaba a mi hermano, que estudió en la capital extremeña, para que tuviera mucho cuidado al subirse y bajarse de ellos.
Algún tiempo después, María recuerda como una tardes saliendo de la Iglesia de escuchar misa, los militares republicanos habían tomado el pueblo y un sargento se dirigió a ellos y le dijo: "Tienen 24 horas para desalojar la casa, si en ese plazo no se han ido y llevado sus pertenencias entraremos igualmente", al menos a mi familia les dieron un plazo, pero en la Iglesia entraron y destrozaron imágenes, ropa, mobiliario y todo lo que pillaron.
Como les digo, mi familia tuvo que buscar prestado un carro, cargarlo de enseres y salir pitando hasta una finca cercana donde pudieron refugiarse temporalmente. En esa época mi abuela tenía sólo 20 años y recuerda con pavor el sonido de los "zapatones", que resulta que era un hidroavión (de ahí lo de "zapatones") que las fuerzas nacionales usaron para tirar bombas.
Me contaba mi abuela como salían corriendo cuando los escuchaban venir y se escondían debajo de los "chaparros", es decir las encinas, y nunca sabían si podrían volver, cuando podrían hacerlo o tan siquiera si habría algún sitio a donde regresar. Una vez salieron corriendo pero decidieron llevarse uno de sus bienes más preciado, un jamón por lo que pudiese pasar, el caso es que tuvieron la gran idea de esconder el jamón en una encina pero ello se escondieron en otra distinta para que si los encontraban los militares al menos no les quitasen el jamón. Lo malo del plan fue que no se lo contaron al perro de la finca y este se pego un homenaje de aupa mientras mis parientes estaban viéndolo desde otro árbol sin atreverse a salir por no delatar su posición...
Durante la guerra María estuvo siempre en movimiento, casi todos sus hermanas y hermanos estaban casados ya antes de la guerra y ella fue de casa en casa y de pueblo en pueblo huyendo de penurias hasta que llegó a Puebla de Alcócer donde vivía su hermana Laura y su marido Aquilino quienes la recogieron. Por cierto a Aquilino, como casi todo los hombres fueron "cariñosamente" reclutados para combatir...como me dice mi abuela, en aquella época los hombres valían menos que el papel de fumar.
Cuando acabó la Guerra Civil, María tuvo que trabajar de cocinera para una familia de un veterinario ricachón de Montijo, otro pueblo pacense. Recuerda ella lo mal que lo paso una tarde donde por querer matar una mosca con un trapo, los aerosoles no llegarían hasta 30 años más tarde, rompió la única bombilla de la cocina y se puso a llorar. Cuando llegó la doncella de la casa y la vio llorando la pregunto: "¿Qué te pasa María, echas de menos a tu familia en el pueblo?" a lo que ella respondió: "Pues sí, a la familia la echo de menos, pero lloro porque he roto la bombilla de la cocina y ahora no voy a poder cocinar y me van echar". La doncella que como dice mi abuela, había criado los dientes sirviendo, fue tranquilamente al salón, desenroscó otra bombilla y la puso en la cocina dando otro consejo a mi abuela: "María si se te rompe un plato, recoge todo y tíralo a la basura, que los señores son tan ricos que no cuentan los platos que tienen".
El caso es que al cabo de tres años sirviendo en la casa, decidió regresó a su pueblo natal, Acedera, pero la casa de su infancia estaba destruida. Durante la guerra se había usado entre otras cosas como escuela para enseñar a soldado analfabetos, unas hogares de soldados que creaban las Milicias de la Cultura republicanas pero eso la convirtió en un objetivo para los nacionalistas, así que mi abuela se alojó durante muchos años en otra casa del pueblo.
En el 1944, contando ella con 27 años, estaba en un baile de acordeón con sus amiga (osea en el equivalente actual a una discoteca con DJs) cuando un chaval que acaba de llegar al pueblo y al que llamaban "el forestal" ya que era precisamente Guarda Forestal, la sacó a bailar no una vez sino hasta dos veces..un osado vaya. Aquello ya dio que hablar a sus amigas así que cuando "el forastero forestal" volvió para sacarla una tercera vez, María le dijo que no podía ser porque sólo la sacaba a ello, a lo que Emiliano Bermejo respondió: "Que no se meta nadie en la vida de nadie para que nadie se meta en la suya" y la volvió a sacar.
Al poco tiempo, una amiga le dijo a mi abuela :" María tengo que hablar contigo, que el forestal se ha enamorado de ti" , a lo que ella respondió :"Anda mujer, no me vengas con esas bromas"...pero resultó que no era tal la broma y el 7 de agosto de 1945 se casaron en el pueblo con una espectacular boda que incluyó un banquete en tres casas del pueblo donde los numerosos invitados quedaron muy satisfechos ya que había hasta ronda, que consistía en que pasaban bandejas con dulces caseros.
Ahora parece increíble pero algunos invitados les dieron como regalo de bodas 1 peseta...y no piensen que 1 peseta en 1945 era una fortuna, para que se hagan una idea del nivel de pobreza os diré que 1 peseta de 1945 equivaldría a unas 85 pesetas del año 2.000 o para que me entiendan los de nueva generación algo así como 50 céntimos de euro...
Un año más tarde en el 1946 nació mi tía Paula y en el 1948 mi madre Matílde y aunque resulte chocante, seguían sin tener agua corriente, aunque ya si que tenían luz eléctrica.
Al poco tiempo mi abuelo Emiliano reconstruyó la casa natal de mi abuela, la que habían derribada durante la Guerra y se fueron a vivir allí. En la huerto de la casa encontramos balas de la Guerra Civil que atestiguan su pasado...
Esta fue la primera casa del pueblo en tener televisión (salvo la de la taberna) y muchos vecinos venían invitados por mi abuelo a ver las corridas de toros. Recuerda María como una vez viendo los toros se fue la señal de la televisión a lo que un hombre dijo : "Vaya¡, se cortó el canal" y una mujer que lo escuchó dijo sorprendida: "¿cómo va a ser eso posible si acabo de pasar por allí y va lleno de agua?" ....
El caso es que no podemos culpar a la pobre mujer, las nuevas tecnología...o a veces no tan nuevas pero que estaban llegando ahora al pueblo, parecían cosa de brujería y sino que se lo digan a mi madre que se paso la infancia mirando fijamente una pequeña luz verde que tenía una radio de finales de los 50 principios de los 60 para ver si encontraba a los hombres que hablaban dentro...casi igual que mi hija que con dos años le das un smartphone y no sé cómo pero te lo desbloquea y se pone a ver un episodio de Peppa pig en dos segundo.
A finales de los 60 principios de los 70 la familia se compró su primer coche, un Simca 1000, por cierto, muchos recordarán a este coche aunque sólo sea por lo difícil de hacer el amor en el cochecito...
...y unos 10 años más tarde lo cambió por un Seat Panda al que mi abuelo cuidaba como oro en paño y del que yo ya tengo algún recuerdo, así que de eso ya no hace tanto tiempo dado que soy un jovenzuelo adorable pero me esto me indica que es hora de poner fin a la post.
Así que Feliz Cumpleaños Abuela!!!
La entrada que les traigo hoy va a ser además para mí, con casi total probabilidad la más especial de todas las que pueda escribir durante este el año y es que está dedicada a una mujer que ha realizado este viaje por el tiempo durante nada más y nada menos que 100 años....mi abuela María.
15.074, no, no se trata de la combinación ganadora de la lotería sino del número de personas de más de 100 años que hay en España según el Ine en junio de 2016, lo cual puede parecer mucha gente pero si lo comparamos con los 46.486.102 millones de residentes que hay en el país nos indica que los centenarios son sólo un 0,032% de la población total. Podemos afirmar entonces que "haberlos haylos...pero lo difícil es encontrarlos", y más difícil aun por desgracia es encontrarlos con plenas facultades mentales, así que si tuviesen la gran suerte de tropezarse con una de estas "cápsula del tiempo vivientes"... ¿qué le preguntarían?...yo por ejemplo me he interesado en saber como era su día a día, y si quieren saber qué cosas me contó mi abuela les invito a que sigan leyendo...
Así que viajemos en un Delorean através del tiempo hasta el 18 de enero de 1917, en esa lejana fecha nació en Acedera, un pequeño pueblo de la provincia Badajoz, una niña llamada María Matílde Granjo Calzado, la que sería la menor de cinco hermanos, todos hijos de un buen albañil llamado Juan Granjo y de una ama de casa llamada Matílde Calzado.
Por supuesto María no nació en un Hospital como sucede hoy en día, ella nació como era lo normal en su propia casa, en concreto en la cama de sus padres y asistida tan sólo por una comadrona cuya experiencia médica se basaba en la tradición, sin embargo el parto fue todo un éxito (algo que en aquella época no siempre se podía afirmar) y la pequeña creció en una familia humilde pero que tenían lo suficiente para vivir tranquilamente.
María y sus hermanos dormían en colchones de lana, nada de muelles ni mucho menos latex o viscoelásticas que no estaban inventadas en esas fechas, pero no piensen que eran colchones incómodos, eran bastante cómodos, el problema es que requería de un mantenimiento... vueltas diaria del colchón, ahuecar la lana a palazo limpio, lavarla, etc...y por eso dejaron de usarse en los años 70...aquí pueden ver cómo era el proceso....
Una vez limpitos solían desayunar algo de leche con café, por supuesto nada de cola cao que no se comercializaría hasta 1946, y para acompañar algo de pan y aceite de oliva. El pan lo fabricaban en la propia casa en un gran horno (Bimbo aparece en España en 1965) y les duraba una semana, y respecto al aceite, mi familia tenía un pequeños terreno con olivos y llevaban la aceitunas a una prensa local donde obtenían el aceite.
Luego tocaba ir al colegio, donde la maestra les enseñaba con mano de hierro a leer y escribir con pluma y tinta ya que el bolígrafo no llegaría hasta la década de los 40. María guarda un buen recuerdo de su primera maestra Doña Teresa y también de sus amigas con las que jugaba a saltar a la cuerda, al escondite o a las muñecas de trapo y las casitas ...pero eso sí hechas con piedras y con mucha imaginación, nada que ver con esto...
En realidad la infancia de mi abuela no fue tan mala sino fuera porque perdió a su madre cuando contaba con apenas tres años y tuvo que criarla sus hermana mayor y su padre.
Hablando de mi bisabuelo, les contaré una historia, un día estaba sentado en la puerta de la casa y observó como la fachada del Ayuntamiento, que era el único edificio de dos plantas del pueblo, hacía un movimiento extraño. Juan rápidamente entró en el edificio y avisó al Alcalde y a los que allí estaban para que salieran antes de que sucediera algo malo. Ellos se lo tomaron poco menos que a risa e ignoraron la advertencia de Juan, y sucedió que al poco tiempo, en una noche de tormenta, el Ayuntamiento se vino a abajo y aplastó una casa vecina matando a todos sus habitantes salvo a una anciana, que por cierto se instaló en el doblado de la casa de Juan y conviviendo un tiempo como mi familia.
Aquello debería haber supuesto el arresto inmediato del Alcalde y su puesta en prisión, pero eso no sucedió nunca ya que ocurrió una de las mayores desgracias de nuestra historia...estalló la Guerra Civil. Lo que sí sucedió, ironías del destino, fue que antes de que comenzara la Guerra mi bisabuelo Juan estaba en Mérida, cuando al hacer un transbordo murió atropellado por un tren, desde entonces mi abuela siempre ha tenido mucho miedo a los trenes y sobre todo siempre avisaba a mi hermano, que estudió en la capital extremeña, para que tuviera mucho cuidado al subirse y bajarse de ellos.
Algún tiempo después, María recuerda como una tardes saliendo de la Iglesia de escuchar misa, los militares republicanos habían tomado el pueblo y un sargento se dirigió a ellos y le dijo: "Tienen 24 horas para desalojar la casa, si en ese plazo no se han ido y llevado sus pertenencias entraremos igualmente", al menos a mi familia les dieron un plazo, pero en la Iglesia entraron y destrozaron imágenes, ropa, mobiliario y todo lo que pillaron.
Como les digo, mi familia tuvo que buscar prestado un carro, cargarlo de enseres y salir pitando hasta una finca cercana donde pudieron refugiarse temporalmente. En esa época mi abuela tenía sólo 20 años y recuerda con pavor el sonido de los "zapatones", que resulta que era un hidroavión (de ahí lo de "zapatones") que las fuerzas nacionales usaron para tirar bombas.
Me contaba mi abuela como salían corriendo cuando los escuchaban venir y se escondían debajo de los "chaparros", es decir las encinas, y nunca sabían si podrían volver, cuando podrían hacerlo o tan siquiera si habría algún sitio a donde regresar. Una vez salieron corriendo pero decidieron llevarse uno de sus bienes más preciado, un jamón por lo que pudiese pasar, el caso es que tuvieron la gran idea de esconder el jamón en una encina pero ello se escondieron en otra distinta para que si los encontraban los militares al menos no les quitasen el jamón. Lo malo del plan fue que no se lo contaron al perro de la finca y este se pego un homenaje de aupa mientras mis parientes estaban viéndolo desde otro árbol sin atreverse a salir por no delatar su posición...
Durante la guerra María estuvo siempre en movimiento, casi todos sus hermanas y hermanos estaban casados ya antes de la guerra y ella fue de casa en casa y de pueblo en pueblo huyendo de penurias hasta que llegó a Puebla de Alcócer donde vivía su hermana Laura y su marido Aquilino quienes la recogieron. Por cierto a Aquilino, como casi todo los hombres fueron "cariñosamente" reclutados para combatir...como me dice mi abuela, en aquella época los hombres valían menos que el papel de fumar.
Cuando acabó la Guerra Civil, María tuvo que trabajar de cocinera para una familia de un veterinario ricachón de Montijo, otro pueblo pacense. Recuerda ella lo mal que lo paso una tarde donde por querer matar una mosca con un trapo, los aerosoles no llegarían hasta 30 años más tarde, rompió la única bombilla de la cocina y se puso a llorar. Cuando llegó la doncella de la casa y la vio llorando la pregunto: "¿Qué te pasa María, echas de menos a tu familia en el pueblo?" a lo que ella respondió: "Pues sí, a la familia la echo de menos, pero lloro porque he roto la bombilla de la cocina y ahora no voy a poder cocinar y me van echar". La doncella que como dice mi abuela, había criado los dientes sirviendo, fue tranquilamente al salón, desenroscó otra bombilla y la puso en la cocina dando otro consejo a mi abuela: "María si se te rompe un plato, recoge todo y tíralo a la basura, que los señores son tan ricos que no cuentan los platos que tienen".
El caso es que al cabo de tres años sirviendo en la casa, decidió regresó a su pueblo natal, Acedera, pero la casa de su infancia estaba destruida. Durante la guerra se había usado entre otras cosas como escuela para enseñar a soldado analfabetos, unas hogares de soldados que creaban las Milicias de la Cultura republicanas pero eso la convirtió en un objetivo para los nacionalistas, así que mi abuela se alojó durante muchos años en otra casa del pueblo.
En el 1944, contando ella con 27 años, estaba en un baile de acordeón con sus amiga (osea en el equivalente actual a una discoteca con DJs) cuando un chaval que acaba de llegar al pueblo y al que llamaban "el forestal" ya que era precisamente Guarda Forestal, la sacó a bailar no una vez sino hasta dos veces..un osado vaya. Aquello ya dio que hablar a sus amigas así que cuando "el forastero forestal" volvió para sacarla una tercera vez, María le dijo que no podía ser porque sólo la sacaba a ello, a lo que Emiliano Bermejo respondió: "Que no se meta nadie en la vida de nadie para que nadie se meta en la suya" y la volvió a sacar.
Al poco tiempo, una amiga le dijo a mi abuela :" María tengo que hablar contigo, que el forestal se ha enamorado de ti" , a lo que ella respondió :"Anda mujer, no me vengas con esas bromas"...pero resultó que no era tal la broma y el 7 de agosto de 1945 se casaron en el pueblo con una espectacular boda que incluyó un banquete en tres casas del pueblo donde los numerosos invitados quedaron muy satisfechos ya que había hasta ronda, que consistía en que pasaban bandejas con dulces caseros.
Ahora parece increíble pero algunos invitados les dieron como regalo de bodas 1 peseta...y no piensen que 1 peseta en 1945 era una fortuna, para que se hagan una idea del nivel de pobreza os diré que 1 peseta de 1945 equivaldría a unas 85 pesetas del año 2.000 o para que me entiendan los de nueva generación algo así como 50 céntimos de euro...
Un año más tarde en el 1946 nació mi tía Paula y en el 1948 mi madre Matílde y aunque resulte chocante, seguían sin tener agua corriente, aunque ya si que tenían luz eléctrica.
Al poco tiempo mi abuelo Emiliano reconstruyó la casa natal de mi abuela, la que habían derribada durante la Guerra y se fueron a vivir allí. En la huerto de la casa encontramos balas de la Guerra Civil que atestiguan su pasado...
Esta fue la primera casa del pueblo en tener televisión (salvo la de la taberna) y muchos vecinos venían invitados por mi abuelo a ver las corridas de toros. Recuerda María como una vez viendo los toros se fue la señal de la televisión a lo que un hombre dijo : "Vaya¡, se cortó el canal" y una mujer que lo escuchó dijo sorprendida: "¿cómo va a ser eso posible si acabo de pasar por allí y va lleno de agua?" ....
El caso es que no podemos culpar a la pobre mujer, las nuevas tecnología...o a veces no tan nuevas pero que estaban llegando ahora al pueblo, parecían cosa de brujería y sino que se lo digan a mi madre que se paso la infancia mirando fijamente una pequeña luz verde que tenía una radio de finales de los 50 principios de los 60 para ver si encontraba a los hombres que hablaban dentro...casi igual que mi hija que con dos años le das un smartphone y no sé cómo pero te lo desbloquea y se pone a ver un episodio de Peppa pig en dos segundo.
A finales de los 60 principios de los 70 la familia se compró su primer coche, un Simca 1000, por cierto, muchos recordarán a este coche aunque sólo sea por lo difícil de hacer el amor en el cochecito...
...y unos 10 años más tarde lo cambió por un Seat Panda al que mi abuelo cuidaba como oro en paño y del que yo ya tengo algún recuerdo, así que de eso ya no hace tanto tiempo dado que soy un jovenzuelo adorable pero me esto me indica que es hora de poner fin a la post.
Así que Feliz Cumpleaños Abuela!!!
Es la entrada más bonita del blog y derrocha amor y admiración a tu abuelo María por los 4 costaos. Enhorabuena por el post y por tener un tesoro de abuela centenaria.
ResponderEliminarMuchas gracias amigo.
EliminarMuy buena Javi. Felicidades a tu abuela. Ah, y tú ya no eres ningún jovenzuelo...
ResponderEliminarjajajaj chivato....al menos de espíritu sí que lo soy.
EliminarMuy bonito. Me encanta. Yo tengo dos post sobre San bernardo gracias a la memoria de mis padres y son mis preferidos ��
ResponderEliminarEste tipo de post se hace desde el cariño.
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